viernes, 16 de marzo de 2012

"Las hembras de Lima se abrazan con los chilenos y engendran unos cuatro o cinco mil bastardos".- "Hay algo peor que los ricos: los hambrientos de riquezas, los políticos mercantiles".- "Al ver que en poco tiempo algunos improvisaron riquezas fabulosas, cunde en todas las clases sociales el morboso deseo de enriquecerse".- Manuel González-Prada y los mercaderes políticos de ayer y hoy en el Perú

Manuel González-Prada en 1915
 
Mercaderes políticos
Manuel González-Prada
 
Este artículo ha sido encontrado entre los papeles del autor en la forma de un recorte impreso, en prueba de galera; pero abrigamos la certeza de que no llegó a publicarse. Lleva al pie la indicación “Lima, julio de 1915”. Clausuradas La Lucha(junio de 1914) y La Protesta (octubre de 1914) por el gobierno del coronel Benavides (véase el libro de González-Prada,Bajo el oprobio) sólo La Prensa de Lima logró escapar al amordazamiento de los periódicos libres del Perú durante ese régimen militar y mantener una campaña de moderada oposición. Los caracteres tipográficos en que está compuesto el recorte de “Mercaderes políticos” nos parecen corresponder a los linotipos de La Prensa de 1915.
                                                                                                                                                               &nbs p;                                                                        Alfredo González-Prada
 
I
 
La proclamación de la Independencia en 1821, cuando los realistas subyugaban la mayor parte del territorio, no pasa de una música inefable, por no decir un bluff continental. Nuestra emancipación no se debe a las frases de San Martín en Lima sino a las lanzas de Bolívar en Junín y a los fusiles de Sucre en Ayacucho. Después de 1821, los ejércitos reales dominaron dos veces en la capital. Sin embargo, esa proclamación romántica significa para nosotros un acontecimiento magno, como el ataque a la Bastilla para los franceses, como el 2 de mayo para los españoles.
 
Al conmemorar el 28 de julio, ocurre naturalmente la idea de ver lo realizado por nosotros durante los años de existencia libre. Se puede sintetizar en pocas líneas: hemos seguido una marcha diametralmente opuesta a la recorrida por la Naturaleza en la producción de los seres: la vida comenzó por los animales inferiores y vino a culminar en el hombre; nuestra evolución política empezó con los San Martín, los Bolívar, los Sucre, y vino a parar en un Benavides.
 
II
 
Como los usurpadores temen que los usurpados les obliguen a rendir cuentas, los gobiernos se afanan por mantener inermes a las naciones. Aceptan la militarización al estilo de Prusia, rechazan la miliciación a la manera de Suiza. La idea de muchedumbres armadas les aterra. Hombres con el rifle del soldado, pero sin haber sufrido la depresión moral de los cuarteles, constituyen una fuerza amenazadora: tienen algo de una tormenta con voluntad o de una avalancha con inteligencia. Los invasores mismos, aunque hayan desbaratado ejércitos poderosos en sangrientas batallas campales, suelen vacilar ante la resistencia de la población civil. De ahí las leyes bárbaras contra los francotiradores y la destrucción de las ciudades hostiles.
 
La liberación de un territorio por medio de la guerra puede originar la tiranía: el libertador, elevándose a la categoría de ídolo nacional, sufre el mareo de la ambición y sueña más de una vez en arroparse con el manto de César. Para las clases privilegiadas, el advenimiento del cesarismo no implica una amenaza; por el contrario, ellas miran en la implantación del régimen militar un freno a los amagos de reivindicaciones populares y una seguridad en el usufructo de los privilegios.
 
Pero esa misma liberación del territorio suele ocasionar el encumbramiento de las muchedumbres, quiere decir, una victoria de la democracia. Cuando un pueblo comienza por arrollar al extranjero, adquiere conciencia de su poder y fácilmente concluye por hacer justicia de sus opresores. Quien posee la fuerza realiza el derecho, “quien tiene hierro tiene pan” (1).
 
Los ricos ven muchas veces menos daño en la victoria rápida del invasor que en el triunfo lento y gravoso de la causa nacional. Una batalla cuesta vidas; una resistencia de meses y años cuesta no sólo vidas, sino destrucción de las propiedades, pérdida del crédito. A la salvación de la patria, los burgueses acaudalados y los aristócratas prefieren la conservación de sus casas, de sus haciendas y de sus privilegios. Más le duele al rico perder su dinero que al pobre derramar su sangre.
 
La posesión de la riqueza origina el mismo estado psicológico en los poseedores, sea cual fuere su nacionalidad, resultando más analogía entre un mandarín y un landowner [hacendado] que entre el mismo landowner [hacendado] y un proletario inglés. Los ricos del mundo entero pertenecen a una sola patria: El Dorado; siguen una sola bandera: el negocio; y cuando blasonan de combatir por el bien de la Humanidad o por el triunfo de una idea, sólo defienden el tanto por ciento. Imaginarse que ellos fomenten las revoluciones radicales y patrocinen de buena fe la emancipación de los obreros es acariciar un sueño romántico y respirar el aire de otro planeta. Clases explotadoras favoreciendo a clases explotadas se igualarían con un absurdo biológico, estómagos digiriéndose a sí mismos.
 
Mas hay algo peor que los ricos: los hambrientos de riquezas, los políticos mercantiles o mercaderes políticos. Cuando esos hombres se adueñan del poder, hunden a las naciones: en la paz, con las finanzas; en las luchas internacionales, con los tratados. El Perú (la Cartago sin Aníbal) nos ofrece un ejemplo.
 
III
 
Nuestros mercaderes políticos dilapidaron los bienes nacionales y convirtieron al Montecristo de Sudamérica en el mendigo de las bolsas europeas. Durante muchos años toda la ciencia infusa de los hacendistas criollos se redujo a saldar el déficit con préstamos concedidos por los consignatarios, préstamos que eran el mismo dinero fiscal dado con interés subido. Nuestra historia financiera (si por finanzas se entiende el pedir dinero para malversarle y no pagarle) se halla escrita en los libros de corredores y banqueros, más o menos judíos: ahí, en el haber, consta el precio de las conciencias nacionales. Nada o muy poco se benefició el país con el guano y el salitre. Según Billinghurst, la explotación de las guaneras desde 1841 hasta 1879, produjo cerca de ochocientos millones de soles; y de esa suma, solamente diez y ocho a veinte millones fueron invertidos en obras públicas. La riqueza nos sirvió de elemento corruptor, no de progreso material. La venta del guano, la celebración de los empréstitos, la construcción de ferrocarriles, la emisión de los billetes y la expropiación de las salitreras dan margen a los más escandalosos gatuperios. Los contratos con Dreyfus, Meiggs y Grace equivalieron a la celebración de grandes ferias donde figuraron como artículos de venta y cambalache, los diarios, los presidentes de la República, los Tribunales de Justicia, las Cámaras, los ministros de Estado, los cónsules y demás funcionarios públicos. Al ver que en pocos meses y hasta en pocos días algunos improvisaron riquezas fabulosas, cunde en todas las clases sociales el morboso deseo de enriquecerse: crece una verdadera neurosis metálica. Ningún medio de adquirir parece ilícito. Las gentes se habrían arrojado a un albañal, si en el fondo hubieran divisado un sol de oro. Los maridos venden a sus mujeres, los padres, a sus hijas, los hermanos a sus hermanas, etc. Meiggs tiene un serrallo en las clases dirigentes de Lima. No le faltan ni los eunucos.
 
Cegadas hoy las principales fuentes de la riqueza nacional y cerrado el ciclo de las vastas operaciones financieras, solamente quedan los negocios de menor cuantía, los mercados de poca monta, las sisas de cocinera, algo así como las sobras del festín, los desmenuzos del pastel, las raspaduras de la olla. A la dentellada de los grandes paquidermos sucede el mordisco de los pequeños roedores.
 
Algunos europeos se figuran que los latinoamericanos vivimos en una serie interminable de luchas heroicas por la libertad y el derecho. Otros se imaginan que sufrimos continuamente la opresión de bárbaros tan bárbaros como los emperadores de la decadencia romana. Salvo una que otra fiera guarecida en el Palacio de Gobierno, el Perú no ha contado sino mercaderes con espada o frac. Asaltar la presidencia pareció a los Benavides y congéneres medio más seguro de obtener dinero que terciarse un rifle y salir a los caminos. Verdad, tenemos un Chinchao, un Tebes, dos Santa Catalina, un Guayabo, un Pazul, un Napo, etc.; pero en nuestras contiendas civiles, más que brazos repartiendo la muerte, fuimos dedos arañándonos en el fondo de un saco.
 
IV
 
Si gracias a los políticos mercantiles nuestra vida normal se resume en el despilfarro y la bancarrota ¿se condensa en algo mejor durante las conflagraciones internacionales? Olvidemos Ingavi y el Portete, recordemos vergüenzas más cercanas.
En la guerra con Chile no imitamos a los holandeses de 1673 ni a los rusos de 1812: estábamos lejos de los hombres que anegaban territorios para cerrar el paso a los ejércitos de Luis XIV, de los que talaban campos y quemaban ciudades para matar de hambre y frío a las huestes de Napoleón. Los militares, los eternos succionadores de los jugos nacionales, los obligados a defender el país, ofrecen el mal ejemplo. ¿Qué hacen algunos de los jefes enviados al Sur para organizar la victoria? Hurtan los fondos destinados a la tropa, juegan, beben y agotan en brazos de mujerzuelas el vigor que deberían gastar en los campos de batalla. La responsabilidad inmensa no les modifica: permanecen los mismos, los que antes de la guerra vivían enriqueciéndose con plazas supuestas en los batallones, aprendiendo Táctica y Estrategia en las antesalas de los presidentes, ganando ascensos merced a la protección de faldas libidinosas, haciendo grotescas sediciones pretorianas y no sabiendo ni sostener a los amos, pues se dejaban derrotar por desordenados pelotones de montoneros. Así desaparecieron, con todos sus generales y todos sus coroneles, los “formidables ejércitos” de Echenique, Pezet, Prado y Cáceres.
 
Chile encuentra allanado el camino a la victoria y la conquista. El ejército peruano (si ejército se llama la aglomeración de indios semiconscientes arreados por jefes moralmente inferiores a ellos) no resiste el empuje de los batallones chilenos. Tampoco resiste la reserva o milicia compuesta de unidades intelectualmente superiores a los individuos de tropa. La ruina se consuma: todo se desploma en la sangre y el fango, a pesar de los heroísmos individuales y colectivos, porque si existen un Grau y un Bolognesi, no faltan indiadas que al rifle chileno oponen la honda y el rejón.
Que el país, sin buenos soldados ni guardias nacionales bien organizadas, estuviese a merced del enemigo tradicional, les importaba muy poco a nuestros mercaderes políticos. Sabían que, hundido el Perú, ellos salvarían del naufragio y saldrían a flote, con el talego en la mano. Si no ¿cuál de ellos muere en el campo de batalla? Los ajenos al peculado, los limpios de toda mancha, los puros, los inocentes en fin, ésos sirven de víctimas expiatorias, ésos escuchan la voz de llamada y caen bajo las balas chilenas. Cuando los políticos mercantiles no huyeron a tierras lejanas, llevándose el cofre de Harpagón, se quedaron para infundir el desaliento, desertarse de los reductos, sostener la conveniencia de la paz a todo trance, conglomerarse alrededor de Iglesias, defender el pacto de Montán y concluir el tratado de Ancón. Se quedaron también para vivir en relaciones íntimas con los incendiarios de Chorrillos y repasadores de los reservistas heridos en Miraflores.
 
¿Hay algo tan oprobioso y nauseabundo como la actitud de Lima durante la ocupación chilena? Aquí no sopla una sola ráfaga del orgullo paraguayo; y se concibe: los envilecidos con la lluvia de oro no podían ennoblecerse con la derrota y la opresión. Se patentiza la acción deprimente de los mercaderes políticos. Hombres –y no del pueblo– estrechan la mano de los invasores, les sirven de satélites, empleados sumisos, espías, alguaciles, delatores, consejeros en la imposición de los cupos. Jóvenes decentes les pilotean en las casas de prostitución, cuando no les ofrecen en la familia propia lo que se vende en los prostíbulos. Mujeres de todo linaje les prodigan entrañables y fecundas manifestaciones de cariño. Mientras el Perú sufre una crucifixión y sangra de Norte a Sur, las hembras de la capital se abrazan con los chilenos y engendran unos cuatro o cinco mil bastardos. Siguiendo el instinto del sexo, prefieren el vencedor al vencido, el valiente al cobarde. Merecen disculpa.
 
En esto se resume la obra de nuestros mercaderes políticos.
Notas
(1) Blanqui
Fuente
Manuel González-Prada. 1986. Propaganda y ataque, en Obras, Tomo II, Volumen 4, Lima: Ediciones Copé, páginas 169-175.

__._,_.___

sábado, 11 de junio de 2011

Y ahora que?

Y ahora que pasará, es lo que muchos se están preguntando , jajjaja si pues después de saber quien ha sido el ganador en estas elecciones la mitad del país se hace esta pregunta, salvase quien pueda entonces, pero no hay que satanizar ni buscar cinco pies al gato, la vida continua, los días también hasta que suceda lo peor,  en el aspecto tanto económico, social, natural y por supuesto político, ahora surgen las alianzas pero en beneficio de seguir construyendo por el bien del país, espero,  es momento entonces de unirnos y apoyar a este nuevo gobierno pero siempre sigiloso y cauto; no todos los problemas lo revolverá en estos cinco años pero esperamos que deje las bases para la continuidad y crecimiento inclusivo.

Esperamos entonces de estos gobernantes que trabajen pensando en el país y basta ya de la corrupción, que estén a la cabeza los buenos técnicos y no políticos que solo han sabido jalar agua para su molino.

jueves, 7 de abril de 2011

Voto responsable

Estamos viviendo este año  en proseco electoral decisivo pero místico, raro, diferente e incomprensible, sera porque no solo son dos candidatos los preferidos sino son cinco y para otros son cuatro, en fin como dicen donde entran cuatro entran cinco.

A pesar de todo son los electores los principales protagonistas de estas contiendas electorales, porque elegiremos para muchos entre el mal menor, entre el sida o el cancer, al cholo conocido que por conocer, etc,  dependera entonces de un voto responsable pensando en el futuro del paìs y porque no decir de las futuras generaciones como el desarrollo sostenible.


Los candidatos favoritos en estas contiendas tienen tendencias, modelos,  planes etc, para la continuidad en la mejora del pais, pero para la mayoria de los electores lo que quieren saber es el ¿cómo? se realizaran estos planes, quieren saber como disminuira la delincuencia, pandillaje ,drogadicción, que son algunos de los problemas sociales que aflige al ciudadadno de apie, derrepente está en esto las preferencias de algunos cantidatos que solo con el perfil que les antecede muestran garantias de poder resolver el problema, pero  no confundir entre lo que muestran, dicen y hacen.

Hay que reflexionar que cualquier candidato que gane estas elecciones no solucionará todos los problemas del pais , creo que durante los ultimos años se ha estado viviendo  en un proceso de afianziamiento economico, social y politico y esperamos continuar asi y no arrenpentirnos como en la epoca del guano que teniamos la oportunidad de posicionarnos como el mejor país y salir de la pobreza e ignorancia, pero no se aprobecho, ahora es la oportunidad de continuar y heredar al presente y futuras generaciones la prosperidad de un pais mejor con oportunidades para todos.

No se olviden que recibir es tambien dar, no solo hay que pedir todo al estado, hay que preguntarnos a nosotros mismos  en que estamos contribuyendo con nuestro país?.

No se olviden voto responsable!!!!!!!!!!!!!!!